con la desesperanza sembrada,
creciendo todas sus malas hierbas
en cada rincón que queda entre mis costillas.
Vuelve, a cuidar el jardín
a que renazcan las flores;
que recuerdo que todas llevaban tu nombre
aunque ahora no sepa ni pronunciarlo.
Sé que estás
-que estamos-
en las raíces;
y así de hondo te quiero,
te he querido
siempre
y hasta siempre.
(ya no sé escribir porque te has llevado todas las letras
toda la poesía
con cada paso embarrado
sin ni siquiera dejarme en blanco
solo llena de borrones.)